jueves, 16 de noviembre de 2023

Relato meta diegético de "El túnel" de Ernesto Sábato

 

función: apelativa
trama: descriptiva
cita: "Me desprecié. Esa tarde comencé a beber mucho y terminé buscando líos en un
bar de Leandro Alem. Me apoderé de la mujer que me pareció más depravada y
luego desafié a pelear a un marinero porque le hizo un chiste obsceno. No recuerdo
lo que pasó después, excepto que comenzamos a pelear y que la gente nos separó
en medio de una gran alegría. Después me recuerdo con la mujer esa en la calle. El
fresco me hizo bien. A la madrugada la llevé al taller. Cuando llegamos se puso a
reír de un cuadro que estaba sobre un caballete. (No sé si dije que, desde la escena
de la ventana, mi pintura se fue transformando paulatinamente: era como si los
seres y cosas de mi antigua pintura hubieran sufrido un cataclismo cósmico. Ya
hablaré de esto más adelante, porque ahora quiero relatar lo que sucedió en
aquellos días decisivos.) La mujer miró, riéndose, el cuadro y después me miró a mí,
como en demanda de una explicación. Como ustedes supondrán, me importaba un
bledo el juicio que aquella desgraciada podría formarse de mi arte. Le dije que no
perdiéramos tiempo en pavadas.
Estábamos en la cama, cuando de pronto cruzó por mi cabeza una idea
tremenda: la expresión de la rumana se parecía a una expresión que alguna vez
había observado en María.
—¡Puta! —grité enloquecido, apartándome con asco—. ¡Claro que es una puta!
La rumana se incorporó como una víbora y me mordió el brazo hasta hacerlo
sangrar. Pensaba que me refería a ella. Lleno de desprecio a la humanidad entera y
de odio, la saqué a puntapiés de mi taller y le dije que la mataría como a un perro si
no se iba en seguida. Se fue gritando insultos a pesar de la cantidad de dinero que
le arrojé detrás.
Por largo tiempo quedé estupefacto en el medio del taller, sin saber qué hacer y
sin atinar a ordenar mis sentimientos ni mis ideas. Por fin tomé una decisión: fui al
baño, llené la bañadera de agua fría, me desnudé y entré. Quería aclarar mis ideas,
así que me quedé en la bañadera hasta refrescarme bien. Poco a poco logré poner
el cerebro en pleno funcionamiento. Traté de pensar con absoluto rigor, porque tenía
la intuición de haber llegado a un punto decisivo. ¿Cuál era la idea inicial? Varias
palabras acudieron a esta pregunta que yo mismo me hacía. Esas palabras fueron:
rumana, María, prostituta, placer, simulación. Pensé: estas palabras deben de
representar el hecho esencial, la verdad profunda de la que debo partir. Hice
repetidos esfuerzos para colocarlas en el orden debido, hasta que logré formular la
idea en esta forma terrible, pero indudable: Marta y la prostituta han tenido una
expresión semejante; la prostituta simulaba placer; María, pues, simulaba placer;
Marta es una prostituta" (pagina 83 y 84)

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